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lunes, 19 de diciembre de 2011

Modernización y Reingeniería de los Partidos Políticos en el Perú

Por Alexis Meléndez Herrera
El inicio del nuevo año debe ser también una nueva oportunidad para los partidos políticos y para aquellos movimientos locales, regionales y nacionales[1] que suelen participar en elecciones y que aspiran a convertirse en una organización política seria y con representatividad. Es decir, es una nueva oportunidad para los dirigentes y militantes de las organizaciones políticas, para acercar sus partidos políticos a la sociedad.
Entendiendo la idea de Partido Político
Sobre los partidos políticos se ha dicho mucho y sus apreciaciones pueden ser variadas. Lo cierto es que todos tienen una noción de Partido Político y en su mayoría está relacionado a un concepto negativo. Se le entiende desde una simple organización de ciudadanos con intereses comunes hasta como una “máquina electoral” cuyo único objetivo debe ser ganar elecciones o dar poder social a sus dirigentes tal como lo afirma Max Weber[2].
En lo particular pienso que un Partido Político debe combinar las dos apreciaciones. Debe ser la reunión de ciudadanos y ciudadanas con intereses comunes que buscan el poder social y político pero cuyo interés supremo debe estar orientado a crear ciudadanos y ciudadanas conscientes de sus derechos pero también teniendo en cuenta los deberes que deben cumplir dentro de la sociedad.
Situación Actual
Los partidos políticos en el Perú han perdido una presencia notable en el espacio público. La evolución de la humanidad y el acceso a la información a partir del desarrollo de la tecnología y el uso masivo de Internet; en un contexto general, han sido realidades que han resultado adversas a las organizaciones políticas. Siendo este resultado muy paradójico y ambivalente[3]. Precisamente, en el Perú, esta evolución acompañada de otras características muy tradicionales en nuestra sociedad como los liderazgos con tintes caudillistas, corrupción, concentración del poder en unos pocos, sin presencia juvenil y falta de democracia interna; esta última, que origina poca representatividad entre los líderes partidarios frente a la sociedad han sido elementos que han provocado que la relación partido-ciudadano  no sea notable y poco reciproca.
¿Cómo solucionar el problema?
La solución al problema es complicada y sencilla a la vez. Parte del entendimiento y de la forma de hacer política dentro de los Partidos Políticos. Es pasar del esquema del Partido tradicional al Partido moderno, es como elegir entre usar una máquina de escribir o una computadora. Por razones obvias la mayoría de ciudadanos usamos computadoras y si no la tenemos quizás la alquilamos en una cabina, nadie alquilará una máquina de escribir.
Pero porque la solución al problema es complicada. Es complicada porque no es nada fácil romper con estructuras tradicionales y paradigmas que han dado resultado y que normalmente están acompañadas de carga ideológica dentro de una militancia sectaria y con dirigentes con pocos deseos de desconcentrar y compartir el poder.
Pero también la solución al problema es sencilla porque todo parte de la toma de decisiones de los líderes y de la militancia de un Partido Político que en conjunto puede modernizar al Partido y sintonizarlo con la sociedad.
Modernización de los Partidos Políticos
Los partidos políticos están obligados a modernizarse o condenarse a su desaparición. En el Perú es fácil hablar de partidos propiamente dicho, pues la lista se reduce al PPC, Acción Popular y el Partido Aprista Peruano. Más allá de su historia y tradición, cada uno de ellos, coinciden en los mismos problemas orgánicos y de representación. Su presencia dentro del escenario social ha sido relegada ante la presencia de los pseudo partidos políticos[4]  que en hechos concretos cuentan con mayor representatividad a causa de los errores cometidos por ellos mismos.
Estos errores tales como el acercamiento e interés demostrativo a la ciudadanía solo en tiempos de elecciones crean muchas suspicacias entre los electores, quienes son conscientes de que el partido se acerca no por ellos, sino por su voto. Acercamiento que normalmente siempre se acompaña en muchos casos de verbos floridos y propuestas rimbombantes de líderes perpetuos o coyunturales sin experiencia en política y sin las herramientas necesarias para lograr la legitimidad, no solo de sus militantes, sino también de los no militantes del Partido Político.
Por ello, es necesario que la modernización de los Partidos Políticos no solo se base en la formación de “cuadros” con base ideológica y en principios partidarios capaces de responder ante el clima adverso de sus opositores por su importancia y rol que juegan dentro de la sociedad, sino también en temas vinculados a la realidad social, política, económica y cultural en la que se desarrolla el Partido Político.
Por ello, la formación de los “cuadros políticos” de los partidos tiene que ver también con la siembra de liderazgos en los diferentes espacios de la sociedad con capacidad de Gestión cuyos indicadores se realicen por medio del establecimiento de metas, planificación, programación, seguimiento de tareas, autoevaluación, autointervención y autodesarrollo.
Por otro lado la modernización de los Partidos Políticos también implica una mayor inclusión y promoción de la  participación política de las mujeres y de las y los jóvenes en los “cargos claves” del partido y no en cargos sin importancia como suele ser.  Pero ello también dependerá no solo de la reingeniería dentro de la organización partidaria basada en oportunidades y equidad, sino también de los propios liderazgos que puedan demostrar las mujeres y jóvenes de una organización política.
Por lo tanto, la modernización de los Partidos Políticos es el resultado de un proceso de reingeniería organizacional orientados a la creación de un Sistema de Partidos solido que permita el fortalecimiento de la democracia y la construcción de una ciudadanía responsable.
Reingeniería de los Partidos Políticos
La categoría teórica reingieneria es un concepto gerencial introducido por Michael Hammer y James Champy en el libro “Reingeniería de la corporación”[5] Se trata de la reinvención, o la transformación de las empresas. Es el rediseño de los procesos empresariales e implementación de cambios. Reingeniar, o reinventar una empresa implica replantear las estrategias del negocio y los procesos de decisión, generalmente adoptando también nuevas tecnologías.
Según los autores de la idea, "si uno quiere que su compañía sobreviva y se destaque, no puede conformarse con mejoras progresivas. Debe prepararse, en cambio, para cuestionar los supuestos más básicos acerca de cómo funciona una compañía.
Entonces, a partir de esta premisa me atreveré a adaptar y utilizar este término para aplicarlo a nuestro análisis. Así, la reingeniería debe ser entendida como un reto compartido  entre los dirigentes y militantes de un Partido Político con el objetivo de acercar e involucrar a la organización política con la sociedad en general a través de espacios sociales en el que los no militantes sientan que forman parte y además aportan a la construcción de la ciudadanía.
Este proceso de reingeniería necesita de liderazgos y de un líder con la capacidad de transmitir dentro y fuera del partido la adaptación al cambio pues romper con los paradigmas tradicionales puede generar grupos y corrientes de oposición al cambio. Por ello, este proceso también necesita de la elaboración de un Programa que vincule las tradiciones partidarias (en el caso de que fuera necesario y por un tema de Identidad partidaria) con los asuntos de interés general.
Un proceso de reingeniería dentro de un Partido Político en el marco de la modernización de la organización política implica empezar de nuevo, con una hoja de papel en blanco. Es el rechazo a la política tradicional. La reingeniería en los partidos políticos debe buscar nuevos modelos en la organización. La tradición es importante pero no imprescindible. La reingeniería dentro de los Partidos Políticos es un nuevo comienzo.


[1] Definición de Partidos políticos según la ley orgánica de Partidos Políticos en el Perú Ley Nº 29490
[2] Francisco Miro quesada Rada. En: Partidos Políticos. Teoría y análisis sistemáticos. Primera edición. Lima, Perú. 1984.
[3] Es paradójico porque todo Partido Político, dentro de sus objetivos está el de difundir sus propuestas a la ciudadanía, tener presencia, lo que hace suponer que el acceso a internet hubiera convenido a los Partidos Políticos; sin embargo fue esta misma herramienta la que parece influir en la lejanía hacia las organizaciones políticas. No obstante, en Campañas Políticas, no cabe duda que el uso Internet es más que necesario.
[4] Califico así a los movimientos políticos nacionales o locales que se presentan en elecciones electorales y que su futuro muchas veces depende de los resultados en los comicios. La mayoría de ellos solo se prepara para una elección electoral o nace enferma con el mal del caudillismo, pues muerto el caudillo o líder del movimiento, muerto también el movimiento.
[5] Título original en inglés "Reengineering the Corporation". Primera edición. 1993.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Un momento curioso de la historia Arequipeña: “La Revolución del 50”

Por Mauricio Gamio Pino
Universidad nacional de san Agustín

La  llamada “revolución del 50” fue el último de los grandes levantamientos en Arequipa, caracterizada por los continuos levantamientos principalmente en el siglo XIX, esta fue una huelga estudiantil iniciada por estudiantes el Colegio Nacional de la independencia, que tenían en su pliego de reclamos la rendición de cuantas del colegio la renuncia de director y algunos profesores la mejora en la biblioteca y la alimentación de los internos. Ante esto al prefecto de la cuidad Daniel Meza Cuadra  dispuso que el orden debía retornar por la fuerza, ente esto el martes 13 de junio los estudiantes atacaron la caballería lanzando todo tipo de objetos, posteriormente el prefecto ingreso al colegio donde dialogo con los estudiantes, en el que no se llegó a ningún acuerdo.

Ante la protesta de los estudiantes la población apoyó haciendo mas protestas en el centro de la ciudad, después de producidas las primeras muertes las protestas contra el prefecto aumentaron, los trabajadores del Mercado San Camilo, principal centro de abastos de la ciudad  lograron ingresar al colegio llevando alimentos a los estudiantes que permanecían sin comer, además de una fabrica de gaseosas les donara cajas de su bebida en apoyo a los estudiantes, ya se habían levantado las tradicionales barricadas en el centro de la ciudad.

El levantamiento culminó el jueves 15 de junio con la renuncia del prefecto Daniel Meza Cuadra   con una comisión parlamentaria integrada por Javier de Belaunde, Carlos Bellido, Arturo Villegas y Arnaldo Guillen, estos últimos serian heridos de muerte después de la jornada en la cual este curioso acontecimiento tendría fin, aunque esta protesta es recordada como un levantamiento en contra del gobierno del general Odría,que había entrado al gobierno por un golpe militar. El origen del levantamiento fueron los reclamos de los estudiantes y fue la última gran protesta del siglo XX, denominada “revolución” por los arequipeños que vivieron la jornada y que sintieron el ella el regreso a las grandes revueltas del siglo anterior que siguen presentes en la mentalidad colectiva de la población de la Arequipa. 

jueves, 15 de diciembre de 2011

El migrante en la urbanidad de El zorro de arriba y el zorro de abajo[1]

Por: Ana Lucía Araujo Raurau (Vi ciclo Antropología)
Agradecimientos a Guillermo Rochabrún, Cecilia Rivera,  Denis Sulmont y  Carmen María Pinilla por su ayuda incondicional.
Introducción
En 1981, el maestro Alberto Escobar  publicaría José María Arguedas: el desmitificador del indio y del rito indigenista, haciendo alusión a la batalla teórica del antropólogo en contra de la esencialización del indígena. Ahora cuando celebramos el centenario del nacimiento  de Arguedas, parece ser que hemos hecho lo mismo con él: idealizarlo. Es pertinente preguntarnos entonces ¿Cuál fue el legado de Arguedas para tamaño homenaje? o más importante aún en nuestra perspectiva ¿Qué no hizo Arguedas? ¿Qué es sólo mito en cuanto a sus aportes? En primer lugar, como bien señala el profesor Guillermo Rochabrún, Arguedas nunca, en ninguno de sus textos habló de un “Perú, país de Todas las Sangres” -frase muy cliché en estos meses- , ni tampoco especificó cómo estaban esas sangres -revueltas, mezcladas, aisladas, en conflicto-.  Mucho menos podemos encajar a Arguedas dentro de la corriente indigenista peruana y peor aún, en algún grito de revolución sin sentido. Arguedas, al igual que otros grandes intelectuales, es un autor complejo, rico, que varía de posturas, de muchos discursos a lo largo de su vida académica que podrían incluso contradecirse en ciertos aspectos. Delimitar a Arguedas a alguna teoría o ideología es caer en un reduccionismo ciego, así como lo es, sublimarlo y atribuirle cosas que no fue ni planteó.
Ya aclarado este punto previo que creemos esboza bien nuestro principal objetivo, analizaremos en el siguiente artículo la recreación que hace Arguedas del migrante en El zorro de arriba y el zorro de abajo ambientada en Chimbote. Para ello, examinaremos sucintamente la construcción de la urbanidad de la novela y cada uno de los niveles en que se desarrolla. Luego de ello, indagaremos sobre la reacción del migrante -nuevo actor emergente- ante aquel espacio. Finalmente intentaremos establecer algunas conclusiones que creemos pertinentes respecto al asunto.
Espacio: Chimbote
Tal vez la característica más resaltante de Arguedas, mencionada por casi todas las personas que lo conocieron, fue su extraordinaria sensibilidad. Lo plasma bien Alejandro Ortiz Rescaniere de esta manera: “…Arguedas estaba en contra de esa visión sin enigmas, sin misterio ni belleza. No aceptaba que la sociedad fuese auscultada o entendida como si se tratara de un saco de papas que puede ser pesado en cualquier balanza […]”[2]. Pero, en Chimbote, Arguedas no va a encontrar precisamente lo que por convención social llamamos belleza; sino que por todo lo contrario, se toparía con una población sumida en la pobreza extrema y por ende, en la más penosa miseria humana y social. Se trataba de un capitalismo atroz que a primera impresión agredía no sólo algún deseo de progreso, sino también cualquier esperanza de conservación de la cultura andina. ¿Cómo observaba este ojo emotivo -en el sentido más literal- tal fenómeno?  
Después de la Mesa Redonda sobre Todas las Sangres, Arguedas sufriría un impacto fortísimo que cuestionaría su existencia. Como bien lo señala Carmen María Pinilla “Arguedas sintió que se cuestionaba su propia capacidad para capturar y reproducir la vida, su propia vida[3]. Fuertemente deprimido por este hecho -y finalmente convencido de los argumentos que los demás miembros de la mesa ostentaban- , Arguedas se lanza a conocer aquel Perú que dichos intelectuales decían ya no era el de Todas las Sangres: es el Perú de Chimbote. Entonces hace un trabajo de campo previo para “conocer” la sociedad chimbotana y plantear sobre la base de ello su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Lo primero que nos parece importante señalar para comprender lo que nos propuso Arguedas con esta obra es lo que Antonio Cornejo Polar reconoce como un motivo que recorre transversalmente la novela. Esto es, la dicotomía entre lenguaje-vida y silencio-muerte:
Sucede que en José María Arguedas ese lazo entre el hombre y el mundo se destroza. [...] La palabra se desvanece al mismo ritmo con que el mundo se opaca y se hace resistente, impenetrable, frente al hombre. Cuando eso finalmente sucede, llevando a su más extremo y duro grado el sentimiento de marginalidad que siempre obsesionó a Arguedas, la palabra pierde todo sentido y debe desaparecer, desaparecer con el hombre que la dice, que la decía.[4]   
Chimbote es justamente ese mundo impenetrable, caótico, que no se deja simbolizar y que tiene “una ostensible presencia de la muerte”[5]. Una ciudad en dónde se combina la prostitución, la anomia, la mafia, la suciedad, la pobreza extrema, la violación, la locura; en síntesis, la decadencia de un individuo imbuido en un sistema de dominación y de explotación que va sustrayendo la humanidad propia. El capitalismo ha desbordado con rapidez la soberanía de los estados nacionales  y tiende, como lo señala Nugent, a la impersonalización del individuo: a la negación de su humanidad y de su comunidad[6]. En ese sentido el Chimbote de Arguedas el conflicto entre tradición y modernidad es más complejo y agudo que el de Todas las Sangres; no sólo porque los actores ya no se encuentran “en su cancha”[7], sino porque no existen bloques claros que se confrontan -indígenas, mestizos, señores- es la promiscuidad del desorden que conlleva a la desesperación, a la locura[8]. Es un universo que repele. 
Sin embargo, es en esta locación indómita y cerrada que se desarrolla en línea paralela una historia mitológica -utópica en cierto modo- , la de los zorros. Como acertadamente señala Cornejo Polar, es en este nivel mitológico en donde Arguedas coloca sus esperanzas, en donde no hay aculturación ni contradicción entre tradición y modernidad: “Su percepción (la de los zorros) puede abarcar ámbitos que los hombres, ceñidos a un tiempo, no captan. Pueden ver, a través de la más brutal lucha, los signos de la unión que se avecina; más aún, en esa misma batalla descubren formas de unión más realizadas”[9]. En el mito entonces la disyunción no la gana la modernidad, ni tampoco la tradición, en este nivel no hay oposición. La disyunción sencillamente no existe; sino la integración. En esta idea radica la reivindicación arguediana, como lo dice Carmen María Pinilla: “[...] lo que él (Arguedas)- decía, hay que afianzarse en las raíces,  hay que adentrarse en uno mismo y de esa manera, uno alcanza la universalidad[10] .
Los personajes, entonces, se van a mover constantemente entre estos dos niveles: el mitológico y el de la “realidad”[11]. Nos centraremos en analizar un tipo de actor importante para esta investigación: el migrante serrano.  ¿Cómo se adapta a este mundo complejo? ¿Cuáles son sus problemas? ¿Cómo reacciona ante la dureza de este capitalismo salvaje? En síntesis, ¿Cómo trata Arguedas al migrante en su novela?
Actor: migrante
Un primer paso para comprender la complejidad de los personajes es diferenciar su naturaleza. El migrante, en primer lugar, no es el mestizo puquiano de Yawar Fiesta  que se atemorizaba ante el patrón de manera cobarde. Tampoco es el indígena desestructurado y confundido que nos ilustra Nathan Wachtel en La visión de los vencidos: el que trata de racionalizar un mundo que ha perdido sentido con la llegada de los conquistadores. Finalmente, no es desde luego, el indígena que nos narra Alberto Flores-Galindo en Aristocracia y Plebe, pescador autónomo alejado de la centralidad de la colonia y que gozaba de los beneficios que otorgaba una ausencia física de dominación. El migrante, a comparación del indígena, ha conocido bien o al menos ha palpado en muchos casos el mundo occidental; es más, hasta cierto punto la decisión de migrar es por un ansia de mejora económica. Esto nos indica que existe una voluntad propia del campesino de imbuirse en dicho mundo, el migrante ha decidido dejar de ser indígena para alcanzar un sueño que en muchos casos jamás será realidad. [12]
Lo que falta en este caso, no es que el migrante signifique el mundo -como sí sería el caso en el libro de Wachtel- , ya lo conoce de antemano, elige ir hacia él. De lo que prescinde, y esto es una búsqueda que veremos en toda la novela, es de significación de sí mismo. Y eso es justamente lo más cruel y desesperante, porque los personajes migrantes en todo el relato se encuentran en un constante esfuerzo de afirmación de sí mismos ante esta nueva sociedad que ciertamente los aborrece, y en muchos casos le va a negar  la posibilidad de integración a través de la discriminación: “Claro. Ese patrón de lancha serrano tuvo que presentarse a su enamorada, y después,  ante los padres de la chica, diciendo que era un mecánico de primera”[13]. A partir de este momento crucial, el verdadero fondo de esta lucha ha dejado de ser por dinero y se ha convertido en una cuestión mucho más personal, de la vida misma.
Una de las respuestas -la menos afortunada- que se da a esta búsqueda de significación es la de la aculturación[14], personificada en el pescador Asto. Representa ante todo, el abandono total de la condición andina: una transformación que resulta ser amorfa, patética a toda mirada, porque nunca logra conquistar una apariencia occidental ‘vistiéndose de seda’. Señala Cornejo Polar: “Deslumbrado por el dinero y por la prostituta rubia, el indio Asto se niega a sí mismo, se aniquila. Su nueva autoimagen es trágicamente grotesca e implica un grado superlativo de enajenación”[15] Entendemos entonces que el migrante, en el caso de Asto, está ahogado en un proceso dialéctico mortal: mientras más pretende significarse[16] a través de prácticas que pasan por el machismo, la corrupción  hasta el despilfarro, más se queda vacío, sin concepto, un ser anómico que tarde o temprano entrará en una crisis de existencia que simbólicamente lo llevará a la muerte cultural. El miedo de Arguedas plasmado en un personaje.
No obstante, a la vez que está el nivel de la mitología -utopía- de los zorros, también existen migrantes que optan por la resistencia ante el avasallamiento de la cultura capitalista. Si bien, son muchos más los personajes que encarnan en diferentes grados esta tenacidad, para este artículo nos vamos a concentrar sólo en los que son pescadores. Este es el caso de Hilario Caullama, quien no por casualidad  es propicio al sindicalismo y al activismo político. ¿Cómo se significa a sí mismo?: “Como se decía al comenzar este parágrafo, el tiempo de los hacedores de la historia, de los constructores de un mundo nuevo, cuyo paradigma sería Rendón Willka, parece suspendido. Es el tiempo de la terca y heroica resistencia.”[17]
Esta resistencia de la que nos habla Cornejo Polar se muestra con una constante en particular: Caullama conoce casi técnicamente, la lógica del sistema[18]. Es capaz de reconocer  que la vida del pescador “depende del capital” y que “no existe patrón” para reclamar cualquier irregularidad. En otras palabras, se percata del proceso de proletarización del migrante en Chimbote y del incumplimiento de las leyes laborales de parte de los empresarios. Arguedas le da en primera instancia un rol importantísimo a la educación, sólo con ella el migrante puede discernir el mundo occidental que lo pretende engullir. La resistencia  y la lucha del migrante pasa necesariamente entonces por adquirir una clara conciencia sobre el funcionamiento del sistema de dominación. Sistema que Asto no logra ver.
Pero en Caullama -indio aymará- , aquella sabiduría muy ligada a la ciencia tiene un matiz especial: el utópico. “En todo el valle Cajamarca cuerpo-alma del Inca está, en el barranco cerro El Dorado también al mar resondra. El capital se va rendir, con el tiempo, paisanito, pobrecito. ¡Anda vete!”[19]. La utopía está entendida entonces como un nuevo horizonte, la esperanza latente de cambio,  pero que no está aislada de la lucha sindical como si fuera un último recurso; sino que va de la mano, se personifica en ella. Esta relación entre lo andino-mito y lo occidental-ciencia va a ser clave para el aguante de Caullama, que  siendo parte del movimiento sindical  se enfrenta con la autoridad del capitalismo del puerto, Braschi -versión literaria del magnate Banchero Rossi- y rechaza la colonización extranjera yanqui disfrazada de asistencialismo:   “¿Por qué, padre Cardozo, no haces revolución en los Estados Unidos?”[20] .
Sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo de Caullama y de otros migrantes como el chanchero Bazalar, Cecilio Ramírez o Esteban de la Cruz, parece ser que en Chimbote no hay esperanza para el cambio: las luchas sindicales parecen tener un éxito inicial, pero luego de algunas triquiñuelas políticas de Braschi, los pescadores salen nuevamente perdiendo. El programa de apadrinamiento yanqui sigue funcionando en la ciudad, haciendo que las familias rueguen y peleen por unos cuantos dólares. El mismo Caullama corre peligro: “Voy a decirle: ese pobrecito cholo[21] aymará ha vesitado me casa para dejarme encargo, con so doble jeta, que el Capital-Braschi mi van a quitar la lancha”[22] ¿Arguedas pretende hacer triunfar a Don Fermín?[23]
Braschi ha corrompido toda la ciudad, se mimetiza con los pescadores apareciendo como su amigo -como un pescador más- , pone prostíbulos y controla salas de juego con tal de que todo el dinero siempre regrese a él, incluso infiltra personas en el sindicato para que lo favorezcan de manera violenta. Braschi, como el capitalismo de Chimbote, ha monopolizado todas las decisiones, es un gran dios que ciertamente lo puede ver todo.  Sólo queda un espacio para aquellos que como Caullama han elegido resistir la dominación y el caos de Chimbote: el de la moral. Y es justamente el espacio en el que triunfan: “Con Haro bebió en silencio. Hilario Caullama fue el único patrón de lancha que no vino a la fiesta (organizada por Braschi). A los segundos y terceros de Braschi nos preocupó que Cullama no viniera; nos agrió, le digo”[24] La clave de la lucha victoriosa es tortuosa y hasta a veces masoquista: no participar del juego del capital que prácticamente lo tiene todo es a primera vista imposible, si no fuera por el elemento utópico, esa barrera que la dominación con su ciencia no pueda entender ni penetrar: “Braschi aprobó que Don Hilario no fuera. ‘Es Inca’, dijo, ‘Solo’.”[25] 
En síntesis, observamos en primer lugar, que el migrante ha abandonado la sierra para estar en un mundo caótico en donde se entremezclan la lógica de dominación capitalista y el mundo mitológico-utópico, todo esto para obtener una mejora. Sin embargo, esta primera meta se ve pervertida por la discriminación bajo la que se ven sometidos, y muta hacia una búsqueda constante de significación de sí mismo. En medio de esta batalla atroz algunos migrantes, personificados en Asto, van a optar por la aculturación total y el abandono autodestructivo de su identidad andina, lo que da origen a una identidad casi sarcástica, sin forma. Por otro lado, tenemos a Hilario Caullama, que sometido en el mismo juego, opta por una identidad mestiza, que toma de ambos mundos -el de abajo y el de arriba- para resistir al sistema, pero que sin duda, privilegia lo utópico como gran soporte en estos tiempos en donde el universo “está al revés”[26].
Epílogo
No quisiéramos terminar este artículo sin aclarar que no es nuestra intención tener la verdad absoluta sobre José María Arguedas, sería algo bastante iluso. Por todo lo contrario, creemos que es importante generar discusión e ir enriqueciéndonos sobre este tema, leyendo a Arguedas, conociéndolo desde sus propios textos. Tenemos una biblioteca vasta de sus libros y poseemos el archivo personal de Arguedas que incluye textos originales del autor, aprovechemos la oportunidad ¡leamos a Arguedas! Comprender su obra más allá de cualquier halago por compromiso que hagamos, será el mejor homenaje.
Bibliografía
ARGUEDAS, José María
2003   El zorro de arriba y el zorro de abajo. Santiago de Chile: Sudamericana

CISNEROS, Renato y Patricia DEL RÍO
2011   Entrevista a Carmen María Pinilla y José Portugal. Lima: RPP

CORNEJO POLAR, Antonio
1997   Los universos narrativos de José María Arguedas. Lima: Horizonte

NUGENT, Guillermo
1991   El conflicto de las sensibilidades. Lima: Inst. Bartolomé de las Casas

ORTIZ RESCANIERE, Alejandro
2002   “Una mirada vagabunda. Vigencia de la antropología de Arguedas”.Anthropologica.   Lima, 2002, Volumen 20. pp. 13-18

PINILLA, Carmen
1994   Arguedas: conocimiento y vida. Lima: PUCP


[1] N.A.: Este artículo es un fragmento de la investigación “Cholos,vagabundos y mestizos”: la influencia de José María Arguedas en Alberto Flores Galindo y Denis Sulmont presentada para el curso de Pensamiento Andino.
[2] ORTIZ RESCANIERE, Alejandro 2002:15                     
[3] PINILLA, Carmen 1994: 204
[4] CORNEJO POLAR, Antonio 1997: 265
[5] NUGENT, Guillermo 1991: 135
[6] N.A.: Al respecto Nugent se refiere así “Como contraparte, una acción social es tendencialmente irracional, en la medida que establece la legitimidad de la identidad sobre la base del desconocimiento de la libre asociación y considera la atribución de un derecho primordialmente como la exclusión de los demás” Cf. NUGENT, Guillermo El conflicto de las sensibilidades 1991 Lima: Inst. Bartolomé de las Casas
[7] NUGENT, Guillermo 1991: 146
[8] N.A.: En ese sentido, Cornejo Polar establece que el “Loco Moncada” es uno de los pocos que logran deconstruir la “lógica” que domina Chimbote, justamente, porque es sólo a través de la locura que puede verse esto claramente. Cf. CORNEJO POLAR, Antonio 1994.
[9] CORNEJO POLAR, Antonio 1997: 261
[10] CISNEROS, Renato y Patricia DEL RÍO 2011
[11] N.A.: Algunos personajes van a colarse en el tercer nivel de la novela, que es el biográfico expresado en los diarios
[12] N.A.: Si bien siempre hay que tomar en cuenta la lógica de dominación detrás de este suceso,  no creemos en un fetichismo de dicha lógica. Existe ante todo, el poder de la decisión personal. 
[13] ARGUEDAS, José María 2003: 96
[14] N.A.: Guillermo Rochabrún, en su coferencia Lo indio y lo mestizo en el pensamiento de Arguedas llevada a cabo en Pontifica Universidad Católica el miércoles 22 de junio, se referiría más específicamente a este fenómeno como “proceso individual de fuga”.   
[15] CORNEJO POLAR, Antonio 1997:237 El énfasis es nuestro
[16] “Yu...criollo, carajo; argentino, carajo. ¿Quién serrano ahura?” ARGUEDAS, José María 2003: 49
[17] CORNEJO POLAR, Antonio 1997:248 El énfasis es nuestro
[18] N.A.: Es importante anotar que el principal dirigente sindical de la novela, Solano -costeño criollo- también presenta la misma característica.
[19] ARGUEDAS, José María 2003: 220
[20] ARGUEDAS, José María 2003: 117
[21] N.A.: Es importante resaltar que Caullama se refiere a sí mismo como indio aymará y que en este diálogo hablando de un oficial de Braschi lo llama un cholo aymará.
[22] Ídem  p. 221 (El énfasis es nuestro)
[23] N.A.: Nos referimos al personaje de Todas las Sangres quien representa, grosso modo, el proyecto capitalista en dicha novela.
[24] Ídem p. 119
[25] Ibídem. N.A.: Arguedas marcó a los migrantes con diversas características ligadas a la moral. A Esteban de la Cruz lo recorre el esfuerzo, Cecilio Ramírez es sindicado como generoso, Bazalar como líder.
[26] N.A.: Nos referimos al mito de Inkarrí

sábado, 10 de diciembre de 2011

El señor Humala y los sueños de una noche de verano.

Por: Johel Miguel Pozo Tinoco
Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Fueron sólo sueños de una noche de verano aquellas imágenes de Ollanta Humala emitiendo discursos proclamando su propuesta de crecimiento con inclusión social. Ante el estado de emergencia impuesto en Cajamarca las voces más racionales gritan ¡Traición! Lo cual motiva una severa crítica al gobierno debido al giro en el discurso y la constatación de la verdadera representatividad que asume: la representatividad de las necesidades de las empresas.
Como todo proceso social, este último evento encierra varias paradojas.  La primera es que la democracia que la población entiende es diferente a la que el Estado ampara. Hay una diferencia entre el sueño de la población y la realidad que el Estado encierra. Y es que no puede haber democracia dentro de la dominación. Pero sí una falsa conciencia que soporta la ideología dominante universalizándola para convertirla en un discurso homogéneo.
¿Qué es real y qué es falso en nuestra agitada sociedad? La contradicción es real y la democracia es la ilusión.
El Estado, degenerado a un club de ricos, sostiene su poder limitando libertades, estableciendo instituciones y monopolizando la violencia. Desde Hobbes aparece aquella idea de que la autoridad no puede ser juzgada según las leyes que rigen a los súbditos, en nuestro caso atractivamente llamados ciudadanos. Vale decir que el poder que concentra el Estado es absoluto, y que cualquier acción contra ello conlleva a la anarquía o a la disolución del pacto que nos permite vivir civilizadamente. La libertad consiste en la libre actividad dentro de las leyes. La democracia es sólo un proceso en el que las autoridades reciben esa autorización de parte de ciudadanos de ejercer el monopolio del gobierno. La democracia vista desde el Estado es ese proceso justificador del poder concentrado en pocas manos que esconden no tan nobles intensiones.
Visto desde la población, tomando en cuenta el falso contenido, se asume que el ciudadano tiene el poder de elegir a sus representantes. Y sobre esa elección se entiende que se confíe en que esa concentración del poder represente a fulano, mengano, zutano y perengano. El ciudadano confía en su poder sobre las ánforas y asume que su acción cívica culmina con la elección de un representante. La democracia desde la población se sostiene en la libertad de elección pero al ser inexistente tal libertad entonces este tipo de visión de la democracia sólo asume forma de ilusión.
El ciudadano actual es manipulado de tal forma que sólo es democrática su elección, enajenándose su libertad, y antidemocrática su participación. Peor aún reduciendo su participación al mero acto simbólico de ensuciarse el dedo y agitarse en el discurso de un puñado de candidatos. Luego, la policía que lo protege en el sufragio es la misma que lo reprime en las protestas. Su libertad de opinión tiene fecha de vencimiento al concentrarse el poder en el representante.
No existe libertad bajo la dominación, ni democracia bajo la concentración de poder, ni paz ante el monopolio de la violencia, ni verdad frente al consenso condicionado. El Estado-nación moderno se forma con el triunfo de la burguesía sobre la aristocracia estamental,  sobre el campesinado y sobre la clase obrera. El Estado no se define por la representatividad discursiva sino por su representatividad histórica. Y quienes han definido esta representatividad ha sido a lo largo de la historia moderna la burguesía.
Una segunda paradoja es con respecto a la naturaleza de la acción política que adquiere formas de administración de empresas. El Marketing es al proselitismo como el consumismo es al sufragio. Y sobre esto el punto crítico es el estado mental de la población que asume las reglas de juego sin reflexionar antes su efectividad. Mientras la población siga interiorizando la ideología dominante que define la acción política como aquella enmarcada por la legalidad el límite de la crítica no sobrepasará el mero reformismo.
Sólo tomando en cuenta este panorama es posible entender cómo el éxito del discurso es simultáneamente el fracaso del contenido. Claro, en nuestro caso un contenido falsificado. Esto nos permite entender la frase tan ridícula pero expresada como el gran descubrimiento de que una cosa es ser candidato y otra es ser gobernante.
En un artículo Atilio Borón hace algún tiempo puso sobre sus pies la inversión al que hemos llegado en nuestro razonamiento. No es la democracia capitalista, sino el capitalismo democrático en el que estamos sumergidos. Esto nos permite entender qué es real y cuál es su modo de expresión. Durante el fujimorismo estuvimos sumidos en un capitalismo dictatorial y ahora en un capitalismo con atisbos de dictadura pero con ropaje democrático. El modelo que asume nuestro señor presidente es el de una democracia travesti pues oculta la verdadera naturaleza aberrante de un sistema que no dudará en reprimir al ver el detrimento en los intereses de la clase dominante. El sistema es el que define el carácter de las formas políticas pero sólo nuestra querida y mediocre prensa se le ocurre hacer el esfuerzo por definir el sistema por sus formas políticas.
Y no hay que ser un apologista de la violencia para encontrarle la contradicción al sistema, sólo basta hacer un esfuerzo por desarrollar una ideología en tiempos en que ser ideológico  ya ha pasado de moda.
Sólo podemos sorprendernos del giro a la derecha del derechísimo señor presidente si no comprendemos que en las elecciones se refleja la trampa justificadora más grande. Quien confío ciegamente en ensuciarse el dedo para no ensuciarse los zapatos puede dar fe de ello. El asunto de fondo no es la traición de un gobernante más o uno menos, sino la credulidad de la población en pensar que sólo basta marcar un aspa o cruz o viciar su voto para medir su grado de ciudadanía. Sólo un ciudadano que busca un discurso alentador necesita como motivación un discurso desalentador. El meollo del asunto no debe partir de la pieza del sistema que se conoce sino del elemento reservado al silencio: la acción colectiva.
Desde Hobbes se ha inventado esa bestia al que todos le debemos temer y al que a su vez respetamos. A la bestia que concentra el poder absoluto por consentimiento racional de un pacto entre lobos. El Estado ha logrado hacernos creer, al igual que la religión, que su poder es inmutable e irrevocable. Es hora de desmontar esa bestia que se alimenta de nuestra libertad. La acción política puede ser definida en estas líneas como praxis, es decir la unión entre el pensamiento, la intensión y la acción en un solo acto. Y en la actualidad urge unificar esto en torno a un proyecto ideológico a pesar del reclamo de los muy ideologizados justificadores del sistema.
Pero nuevamente encontramos la paradoja de lo real y lo imaginario. Quizá hallaremos que lo real es la necesidad de cambio y lo imaginario es nuestra capacidad. Lejos de turbarnos ello exige que la población asuma el reto de desobedecer a sus autoridades y obedecer a su conciencia. Desaprender lo que nos vuelve obedientes y funcionales al sistema. Volver a aprender y aplicar que decir lo que se piensa no es ilegal. Esos sueños de una noche de elecciones que se han convertido en pesadillas deben ser desenmascarados en la educación que está inmersa en nosotros, porque en lo otro, el señor presidente se basta a sí mismo para desenmascararse.