Por Johel Miguel Pozo Tinoco
Egresado de la especialidad de Historia
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
“La pedagogía tiene hoy más en cuenta que nunca los factores sociales y económicos. El pedagogo moderno sabe perfectamente que la educación no es una mera cuestión de escuela y métodos didácticos. El medio económico social condiciona inexorablemente la labor del maestro.”
José Carlos Mariátegui. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana.
Actualmente en nuestro país se evidencia un crecimiento económico resultado de la aplicación del modelo exportador primario en el que la minería es la principal actividad. A este proceso caprichosamente se le asocia un estado de bienestar económico en el país de manera global sin tomar en cuenta la división de clases sociales y de la participación de empresas transnacionales en la repartición de la riqueza. Se construye un razonamiento falso que proclama que si la clase dominante se beneficia en este contexto económico por lo tanto toda la población también se beneficia.
Por otro lado a este crecimiento económico también se asocia una actitud que la sociedad en su conjunto debe asumir. Se construye el argumento de que en un contexto de crecimiento y beneficio “general” las protestas, huelgas o movilizaciones obreras y campesinas no tienen validez pues perjudican el mentado progreso y la paz supuestamente alcanzada. Por lo que la democracia debe ser la forma para resolver los conflictos. Esto es lo que a grandes rasgos la clase dominante del país elabora y difunde a través de los medios de comunicación.
Dentro de estas construcciones argumentativas hay un trasfondo ideológico bien cimentado que se reproduce permanentemente y se actualiza cada día por los medios de prensa. En primer lugar se busca ocultar los conflictos y contradicciones que nuestro sistema encierra. Al generar un concepto (“beneficio”) que engloba a toda la sociedad se crea la mascarada y una trampa para la discusión. Al sugerir una actitud social ante tal crecimiento se busca la obediencia al sistema y a la política de la clase dominante. Se evita ante todo una conciencia plena del estado de cosas y el desarrollo de intereses propios de la clase trabajadora obrera y campesina.
Se atribuye al conjunto de la sociedad el estado de satisfacción que corresponde a la clase dominante que en términos estadísticos es una minoría. Para convencer de ello y lograr un estado de conciencia falseada se requiere de una enorme maquinaria de difusión como los medios de comunicación cuya función radica en dar información funcionalmente según unos intereses de clase encubiertos.
En una situación así es difícil tomar conciencia de que la forma de educación social no parte de la escuela ni de la universidad sino de la ideología dominante en el sistema y de los medios de comunicación que la difunden y afianzan. La escuela y la universidad son escenarios que cumplen la función de consolidar esta ideología en la población formando un ejército obediente y condicionado a priori la línea educativa a seguirse. Esto es razón suficiente para plantear las cuestiones ¿Educa los medios de comunicación o educa la escuela? ¿Quién educa al educador en el Perú? ¿Cuál es el contenido de la ideología que se expresa en la educación peruana?
La problemática educativa en el país es un problema estructural e histórico; a partir de esta premisa se pueden derivar alternativas que puedan transformar la educación. Pero dicha transformación debe darse simultáneamente a la transformación de la sociedad dentro del conflicto de clase contra clase.
Es inconsistente plantear el problema educativo como un problema aislado y resulta inútil limitarse a esta indicación, es preciso señalar que el sistema capitalista no encierra soluciones a las contradicciones que genera pues estas contradicciones la soportan y permiten su existencia. El capitalismo requiere la división de clases sociales y de la formación de un ejército de trabajadores lo suficientemente hábiles para cumplir las reglas que el capitalismo impone y lo suficientemente limitados intelectualmente para no comprender el sistema mismo.
La problemática se abre y es menester discutirla para esclarecer nuevas alternativas educativas en el país sin caer en errores como lo son la aplicación de modelos extranjeros o políticas improvisadas diseñadas en escritorios sin criterios objetivos o supeditándolos a intereses económicos privados. O mucho peor incluso en este caso sería caer en una crítica vacía de gran parafernalia verbal que sólo plantee reformas y maquillajes del sistema cuando se requiere en realidad propuestas de organización y lucha que nos lleven más allá del capitalismo, que nos muevan a la construcción de una nueva sociedad.
I. Segregacionismo
“En la historia de la humanidad, distintos modelos sociales se han disputado el enarbolar el absurdo como distintivo de orden mundial. Seguramente el neoliberalismo tendrá un lugar privilegiado a la hora de los premios, porque su "reparto" de la riqueza social no hace más que distribuir un doble absurdo de acumulación: la acumulación de riquezas en manos de unos cuantos, y la acumulación de pobreza en millones de seres humanos.”
Subcomandante Macos. 7 piezas sueltas del rompecabezas mundial.
El capitalismo requiere como condición fundamental el desarrollo progresivo de las relaciones sociales de producción que es paralelo al desarrollo de las fuerzas productivas. Esto permite la permanente división del trabajo generando la especialización en ramas productivas. Por decirlo de alguna manera: la división social del trabajo estará asociada a la división de los sectores en que el capitalismo se proyecta desarrollarse.
En el campo educativo existe una fuerte tendencia a fragmentar las actividades en la medida de los intereses económicos de la clase capitalista formando una lógica que antepone al bienestar general el bienestar de la clase social capitalista o del capitalista como individuo. A fin de cuentas, supeditar al interés burgués cualquier actividad sin que participe en esa lógica el interés del resto de la sociedad que lo conforma los trabajadores.
Esto es palpable en nuestro país donde la división por sectores especializados de la enseñanza forma la cadena: inicial - básica - secundaria - preuniversitaria – superior (tecnológica-universitaria). Esta especialización obedece en primer lugar a la variación objetiva de la edad del estudiante lo cual permite un servicio coherente y consistente.
El problema surge cuando esta especialización sirve de mecanismo de enriquecimiento capitalista pues se antepone la ganancia a la calidad del servicio o al menos el primero condiciona al segundo. Lo cual lejos de generar competitividad conlleva a una precarización y pragmaticidad de la educación. Se segrega el proceso educativo para aumentar la inversión en diferentes tipos de escuelas ampliando con ello la posibilidad de especular. Se introduce un criterio de funcionalidad y eficiencia partiendo del interés burgués que persigue ganancias económicas y no la de una formación integral o de un servicio de calidad, lo cual hace caer esto último en mera propaganda. En decir: la educación se mercantiliza y como tal su valor de cambio tiene una variación superior a su valor de uso.
A esto se debe agregar los negocios paralelos o asociados a la cadena educativa que es el comercio de uniformes escolares, quioscos o negocios de comida dentro de los centros educativos, editoriales, librerías y centros de copias, transporte o movilidad escolar y servicios adicionales variados. Esto refuerza la especulación comercial que rodea la enseñanza sobre todo privada en nuestro país. Y como tal la especulación no tiene como fin el mejoramiento del servicio sino el aumento de ganancias. Los negocios que se desarrollan en el capitalismo tienen la lógica de la ganancia y sobre esto condicionan la calidad del servicio.
Lo cual deja en claro que la división de ramas de inversión está motivada por la especulación económica y no por un servicio de bienestar. Esto conlleva a que en nuestro país la educación en general haya decaído en calidad en comparación a otros países de la región. Si la inversión privada estuviera asociada a la competencia y al mejoramiento del servicio entonces la realidad educativa peruana tendría una variación positiva pero no es así.
Lo que se ha generado en varios años de inversión privada es una precariedad educativa en todos los aspectos. Incluso cuando se pueda decir que se haya eliminado el analfabetismo, existen problemas serios que escapan de los indicadores y se constatan en la realidad, en el grado de participación política de la población que lejos de ser consciente de los problemas de fondo, son manipulados fácilmente por los medios de comunicación que forman un ciudadano doméstico, un homo videns como diría Sartori con un alto grado de empobrecimiento en su capacidad de entender. Esto es una forma de dominio ideológico que conlleva al segregacionismo en su forma de individualismo.
¿Dónde está entonces el resultado de tantos años de privatización del sector educativo? ¿Cómo se constata el tan mentado progreso que el capitalismo acarrea a una sociedad donde reina el “libre mercado”? ¿Dónde encajan los conflictos sociales, movilizaciones obreras, paros, huelgas? ¿Si el bienestar económico es general cómo entender a la población subempleada y desempleada que alimenta las ciudades? En un contexto así ¿Son compatibles capitalismo y educación?
Examinando de manera precisa el área de enseñanza de las ciencias sociales en el nivel básico y secundario es fácil observar la tensión que caracteriza la precariedad educativa del país. Dicha tensión sería reflejo de la precarización económico social del educador consecuencia de la división del trabajo. La división del trabajo tiene un doble efecto pues mejora el rendimiento empresarial y ejerce una presión sobre el trabajador agudizando la explotación. Con ello se reafirma a su vez la separación entre trabajo, capital y propiedad que Marx analizó.
Sumado a esta situación, la existencia de una ideología del consumo, que se establece como soporte del mercado, el círculo de la dominación está casi completo: Capital privado, educador-obrero, especulación, división del trabajo y consumismo.
Examinemos primero esta división del trabajo que nace de la separación y oposición entre el trabajo operativo (concreto) y el trabajo de regulación (intelectual); el primero disminuido a la instrumentalización del trabajo medido por la productividad (producción específica efectuada por cada obrero en un tiempo determinado), el segundo reducido a una tecnocratización sin contenido ideológico y plenamente pragmático (medido por la producción o renta global en un espacio dado). Esto en el seno de una empresa dedicada a la educación nos mueve indicar la formación de docentes de aula y de docentes de escritorio como formas segregadas y contrapuestas.
En ambos casos existe una degradación notable del trabajo por la condición inherente del aumento de la renta o ganancias que las empresas persiguen. Se puede constatar esto claramente en el aumento de horas efectivas de trabajo (dictado) que existe entre un educador del sector privado en comparación a uno del sector público. Mientras un docente del sector estatal cumple con 25 horas semanales promedio en el sector privado en una semana completa se puede alcanzar hasta 40 horas efectivas. Es decir una presión sobre el dictado de cada profesor que obedece a un aumento de la productividad que persiguen las empresas reduciendo costos y presionando sobre la actividad del obrero.
Sumado a ello la precariedad del salario y el permanente aumento del costo de vida obliga al docente a aumentar las horas de dictado promedio por semana, disminuir la calidad del dictado creando modelos de clase estándar y como consecuencia general disminuye la calidad de vida del docente y su capacidad de planificación pedagógica.
La carga horaria de dictado es un problema permanente sólo en instituciones privadas generando ello la precarización de la enseñanza, es decir que el aumento de la productividad conlleva a la disminución sustancial en la calidad de la producción que en este caso es el servicio educativo.
Al aumentar la especulación empresarial burguesa sobre la educación y al existir una separación clara entre propiedad y trabajo las condiciones de explotación crecen en la medida de la debilidad del Estado. Y tomando en cuenta un Estado debilitado que auspicia el libre mercado reduciendo su intervención para no perjudicar la inversión podemos deducir que las condiciones de explotación aumentan más aún.
Un docente como cualquier obrero que recibe un salario que se congela, y que enfrenta la permanente tendencia al alza del nivel general de precios, vive en tensión. Pues sustancialmente al desvalorizarse su salario (indirectamente al aumentar el nivel de precios) se desvaloriza su trabajo y calidad de vida. Por lo que se mantiene vigente la tesis de Mariátegui de que el problema de la educación no es un problema de modelos pedagógicos sino fundamentalmente un problema económico social.
La segregación es una tendencia que se acelera en el capitalismo de ahí que sea lógico para un empresario mantener educadores administrativos como coordinadores, subdirectores y directores separados de un cuerpo de educadores de aula, siendo estos últimos sobre quienes recae la presión de la productividad la cual puede aumentar en semanas sin que aumenten los salarios en años. Pues considerando el salario como un costo de producción, para la especulación educativa este costo se puede racionar al más bajo nivel que se pueda.
En segundo lugar dentro de este proceso segregacionista podemos encontrar la división del trabajo según áreas académicas. Esto opera dentro de una institución educativa y pocas veces se deja ver ante la población. La población vive a espaldas de los prejuicios epistemológicos que vive a diario un docente en una institución educativa. En este caso existen conocimientos que tienen un valor comercial más atractivos que otros y que dentro de la propaganda son más rentables. Dicho de otra manera existen conocimientos más “útiles” que otros, siendo seleccionados por personas que dentro del sistema económico no valoran el conocimiento en sí sino su capacidad de atraer capitales y ganancias. Es decir que la especulación no sólo es un fenómeno económico sino que traspasa esas fronteras hasta llegar a un plano epistemológico e ideológico.
Se establece una jerarquía arbitraria que pone por debajo de la escala a las ciencias sociales. El mensaje es claro. Más rentable es desarrollar un conocimiento operativo sin contenido juicioso mediante las matemáticas por ejemplo. El conocimiento sin contenido se vuelve el modelo epistemológico del cual el memorismo y el mecanicismo son consecuencias inmediatas. La aplicación de una fórmula o la descripción de un triángulo como formalidades son mucho más útiles para la propaganda interna y externa de la educación privada en el Perú. Sumado a ello slogans atractivos ante padres de familia de modesta formación intelectual el resultado no podría ser otro que el éxito comercial sobre todo en ciudades.
La estandarizada organización de áreas académicas (Matemáticas, Ciencias Naturales, Letras/Humanidades y Ciencias Sociales en orden a esta jerarquía arbitraria) permite a su vez la separación y oposición de los educadores según las especialidades dentro de cada área. Lo cual lejos de ser positivo encierra un par de problemas cruciales: el subempleo y la eliminación de sindicatos. No es novedad que colegios privados contraten a bachilleres o licenciados de especialidad que no son docentes de carrera y con salarios que no corresponden a especialistas ni a educadores de carrera, sino muy por debajo (elegantemente llamado sueldo mínimo). Tampoco es novedad que mientras menor sea la afinidad o interdisciplinariedad del cuerpo de educadores la anterior jerarquía epistemológica generará sectarismo dentro del mismo centro de trabajo. Sumado a ello la existencia de educadores a “tiempo parcial” o contratados por horas evita la formación de sindicatos. Una conveniente consecuencia asociada a la especulación burguesa y a la existencia de un Estado de corte liberal.
Esta oposición de áreas académicas nos lleva por último a la individualización de las relaciones sociales de producción. Los pocos contratos firmados son realizados entre individuos, entre el dueño de la empresa (director) y el profesor. Y al señalar contratos (en plural) quizá suene amable pues se sabe que son pocos las instituciones educativas que formalizan el trabajo del docente mediante un contrato. Predominan por el contrario una evasión tributaria al Estado por un lado y por otro el incumplimiento de derechos como el seguro médico, pago de horas extras, respeto por la jornada de 8 horas diarias, CTS, entre otros derechos estipulados por la ley. Para un empresario es preferible por un lado pedir recibos por honorarios profesionales para evadir la presión fiscal y por otro lado cotizar con el más bajo valor posible el sueldo del docente. Esta es la maravilla del libre mercado y de la inversión privada en el país. Esto es lo que pretende ocular la ideología dominante con frases atractivas y slogans curiosos.
La ideología actual que se camufla como cultura, como estilo de vida, pretende hacernos pensar que cada individuo debe aprovechar sus oportunidades, de que su pobreza y miseria son consecuencia de la pasividad del mismo individuo, muestran como evidencia el éxito según ellos de otros personajes que según ellos sí aprovecharon su oportunidad. Se esconde el hecho de que existe un círculo vicioso en la pobreza en la cual las condiciones materiales de existencia también son heredadas de generación a generación y son permanentes dentro de una clase social.
El individualismo que es usado como instrumento mental para el consumo es también usado como consuelo y base de la formación de una falsa conciencia de la realidad. Se busca ante todo separar al individuo del colectivo reduciendo groseramente así el carácter de la contradicción entre capital y trabajo. La atención sobre la explotación ejercida por los empresarios es desplazada a la actitud del trabajador tratando de generar un discurso elocuente.
Es conveniente para cualquier grupo dominante la elaboración de una ideología de la dominación que tenga como soporte este tipo de engaño en el que el problema no radica en el sistema sino en el individuo.
Sumado a este engaño la enajenación tiene una vigencia palpable que refuerza este mecanismo ideológico. El empresario se apropia del trabajo que ahora separado del trabajador toma un valor determinado por una fuerza ajena a él. Son los empresarios que determinan el valor del salario y las condiciones laborales. El docente interioriza ello haciéndose cotidiana la frase de “buscar trabajo” cuando el trabajo es parte inherente y cualidad fundamental del obrero. Obrero y trabajo son una unidad indisoluble en la realidad pero en sólo en la ideología dominante el capital privado se atribuye el milagro de “generar puestos de trabajo” de la nada, pues los obreros sin las empresas según este pensamiento son igual a nada, simplemente desempleados.
Sea un trabajo físico o intelectual, operativo o regulador, especializado o no, el obrero se ve condicionado a someterse a un mercado en el cual él mismo se convierte en mercancía apropiada por el capitalista.
¿Qué ocurre con los docentes de Ciencias Sociales para no desenmascarar esto? ¿Qué fuerza detiene la comprensión de esta situación? ¿Qué tipo de método se puede utilizar para enfrentar esta fuerza? ¿Qué intereses se relacionan a este estado de cosas?
II. Clases de intereses e intereses de clase.
“Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital”
V. I. Lenin. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo
La formación de una ideología de la dominación en el capitalismo reafirma la explotación que se cierne sobre el obrero. Esta ideología ante todo es un instrumento de comprensión de la realidad y de acción dirigida hacia prácticas socialmente asumidas o aceptadas. Permite construir un pensamiento guía el cual es reforzado por la moral, los prejuicios y la idiosincrasia que una sociedad va construyendo históricamente.
Esta ideología no sólo distorsiona la realidad sino que la invierte a favor del grupo dominante generando una falsa conciencia del mundo. Esta situación esclarecida por el marxismo requiere una nueva discusión para poder establecer la formación de una ideología de la resistencia y cambio. Es decir la formación de una ideología revolucionaria que se oponga a la ideología dominante y con ello también que permita construir nuevos mecanismos de educación acordes a un nuevo tipo de sociedad.
Amparado en una reformulación o actualización de algunos principios establecidos por Adam Smith se busca difundir la creencia que el capitalismo se mueve por un incentivo, que los individuos dependen de la competencia para poder desarrollar sus habilidades y que la desigualdad lejos de ser un vicio social, permite la formación de virtudes propias de sociedades “avanzadas”.
Cada una de estas premisas cae por su propio peso pues están dirigidas a conservar el status quo. Sabemos que no existen oportunidades dentro de la dominación, sino contradicción, lucha. Por lo que no pueden respetarse o tolerarse aquellas concepciones que engañan o proponen una falsa solución a las contradicciones de clases (no de individuos). Y al haber desigualdad dentro de la dominación pues lo intereses no son los mismos ni existen los mismos objetivos entre las clases sociales.
Veamos por ejemplo que la apropiación económica en el capitalismo es consecuencia de la apropiación o condicionamiento del trabajo abstraído, separado y opuesto al trabajador. En nuestra sociedad actual trabajo y trabajador se miden de diferentes formas asumiendo de manera a priori una diferencia. Tal es la separación que múltiples estadísticas se remiten al trabajo como una variable que permite medir el nivel de empleo o producción global en términos muy simples de rendimiento. Mientras que al referirse al trabajador se prefiere una forma mucho más vaga con variables como población. Esta separación que puede ser muy útil para una descripción general puede llevarnos al equívoco de atribuir la génesis del trabajo a las oportunidades que “brindan” las empresas para ofrecer “puestos de trabajo”. Este equívoco nos impediría ver que el salario es el costo que una empresa cubre al comprar fuerza de trabajo de un obrero. Es decir que el obrero es quien lleva en sí el “puesto de trabajo” que ofrece a la empresa.
El capitalismo no se rige por la distribución equitativa, por la justicia o por las oportunidades; estas ideas han sido adjudicadas a nuestra sociedad como rasgos que se han ido adquiriendo concretamente, pero en realidad son impuestas como falsa concepción justificadora. Es un consuelo mental que no se diferencia mucho de la religión pues se basa en la fe, en la confianza de la bondad de un sistema y no en hechos reales, concretos, cotidianos. Lo que sí puede demostrarse es que la riqueza de algunos en el capitalismo está en función de la miseria de otros que son la mayoría y que esta diferencia parte de la separación (y oposición) entre el trabajo, la propiedad y el capital.
Lo que el marxismo plantea como lucha de clases sigue teniendo validez aunque varios conceptos deben ser corregidos a la luz de la información actual. Tal es el caso del proletariado que a pesar de referirse a un tipo de obrero dependiente del capitalista, en la actualidad en muchos países donde la industria era el principal elemento organizador ha habido una variación hacia el comercio o a la prestación de servicios que es una extensión de la industria.
Cuando se habla de libertad, igualdad de oportunidades o de progreso dentro de la retórica del capitalismo se cae en generalidades ambiguas. Estos conceptos han perdido consistencia y su sentido actual se desvía de su origen histórico.
En el caso concreto del concepto de libertad por ejemplo, no lo hallamos con el mismo contenido o sentido que tuvo durante la revolución francesa. En la actualidad encontramos un concepto de libertad social ya alcanzada que la burguesía atribuye a nuestra historia reciente, por lo que las personas deben ser libres de otra manera: deben ser libres para consumir. Se abstrae tanto este concepto que en la actualidad la libertad pierde su sentido histórico por el cual el pueblo rompe con la dominación y construye su propio gobierno. En la actualidad la libertad pierde ese valor histórico y se orienta al consumo y al individualismo.
Sólo de esta forma puede triunfar la opinión de que el interés general es alcanzar un nivel económico de consumo. Y que sumado a ello cada individuo tiene sus propios intereses particulares como la superación personal, formar una familia, realizar algún negocio, etc. Por lo tanto todos persiguen los mismos objetivos en el capitalismo y sólo se diferencian unos de otros por cuestiones subjetivas o particulares.
Pero en una sociedad de clases divididas por la desigualdad económica, y no por las opiniones, los intereses primarios son los de la clase. De esta forma un empresario tendrá como interés conservar su dominio y ampliarlo, en cambio un obrero al no tener dominio su interés es adaptarse y en el peor de los casos convertirse pacientemente en dominador. Lo fundamental es aquello que es primario y se antepone a nuestra decisión y ello es precisamente nuestra condición de clase.
Por lo tanto, un docente no debe vivir anestesiado por la sumisión o la preferencia por un sistema desigual. Digamos que es una suerte de peligro social acumular información y transmitirla de manera acrítica. Y más peligroso aún es defender un sistema que a todas luces se basa en la desigualdad. Un docente que asume un papel activo mediante su práctica profesional en la justificación de un sistema desigual como el capitalista es casi tan peligroso como la represión militar o la manipulación religiosa.
Esta sumisión o actitud burguesa activa de parte de los docentes, sea cual sea el caso, se evidencia en los múltiples colegios, academias y círculos de estudio preuniversitario que compiten desde su formación por acaparar un mercado educativo ofreciendo según ellos soluciones para el problema de la competencia en los exámenes de admisión universitarios.
No hay peor contradicción e incoherencia que ver a un docente o a un pequeño número de docentes tratando de formar su propio colegio al estilo tradicional siguiendo los mismos patrones de explotación del cual buscan zafarse. Con esta actitud se afianza la separación entre propiedad, trabajo y capital. Sumado a ello se reafirma el valor positivo que es adjudicado a la misma separación pues los valores sociales del emprendimiento, oportunismo y ambición personal surgen para reforzar dicho fenómeno.
Esto muestra que los intereses de la clase dominante se globalizan y son inyectados en la mente de toda la sociedad como valores sociales positivos. De ahí que los voceros del capitalismo y autores de libros de autoayuda sugieran que la única salida al capitalismo es el mismo capitalismo pero con nuevos emprendedores, oportunistas e individualistas que puedan salir de su pobreza y llegar al éxito. Un slogans tan convincente que lleva dentro el interés de la clase dominante que se presenta como el interés que todo individuo debe poseer de manera natural y positiva.
III. El camino no violento de la subversión.
“… las condiciones en que pueden emplearse determinadas fuerzas productivas son las condiciones de la dominación de una determinada clase de la sociedad, cuyo poder social, emanado de su riqueza, encuentra su expresión idealista-práctica en la forma de Estado imperante en cada caso, razón por la cual toda lucha revolucionaria va necesariamente dirigida contra una clase, la que ha dominado hasta ahora…”
Marx; Engels. La ideología alemana.
La violencia es la partera de la historia señala el materialismo histórico haciendo referencia a los cambios revolucionarios inherentes al surgimiento de nuevos modos de producción y de sus aparatos institucionales e ideológicos. Y la historia es rica en hechos violentos de revoluciones y contra-revoluciones. Sería absurdo concebir el final de capitalismo por la buena voluntad y resignación de la clase dominante.
Cabe agregar que los grupos militares conservadores y represivos han sido financiados históricamente por la clase burguesa e institucionalizados como una forma de violencia válida. Debe entenderse claramente que el capitalismo posee mecanismos de control que le permiten afianzar su dominio y extenderlo con lo cual cualquier transformación de sistema actual debe sobrepasar esa capacidad represiva con estrategias de violencia subversiva en diferentes niveles. Estos niveles básicamente se organizan en alzamientos armados o en movimientos populares de organización y protesta secuencial.
Debemos entender que subversión no es equivalente a terrorismo como se equipara por los medios de comunicación como por los voceros intelectuales del capitalismo. Subversión y revolución hacen referencia a la transformación estructural e histórica de modos de producción, instituciones, aparatos estatales y la cultura. Y toda subversión y revolución ha significado para las clases dominadas un cambio cualitativo de sus formas de vida, y evidentemente para las clases dominantes su destrucción o pérdida de dominio. Por lo tanto el discurso contra-revolucionario es emitido por voceros del capitalismo que procurarán ocultar la verdad, distorsionarla o falsificarla para evitar ser desplazados o cuestionados. Ante todo la resistencia contra-revolucionaria se extiende al campo conceptual distorsionando el contenido de las palabras y el sentido del lenguaje.
Los intelectuales orgánicos a los que hacía referencia Gramsci eran aquellos que asumían un papel educador y político claro de acuerdo a la clase social a la que pertenecían. Los educadores se encuentran enmarcados indefectiblemente dentro de un problema que sobrepasa las estrategias de aula y que se eleva al modelo económico y las formas políticas de implementarlo. Es decir que una política educativa no se puede evaluar aislada del modo capitalista que desarrolla el país, sino como consecuencia de esta.
Los educadores estamos ante una violencia que es permitida por el Estado. Esta violencia asume la forma de precariedad laboral, pobreza, explotación, corrupción, marginación, subempleo, manipulación de medios de comunicación, etc. Ante esa forma de violencia los educadores se encuentran en la disyuntiva de asumir un papel orgánico o mecánico. La toma de conciencia orgánica conlleva a rediseñar los objetivos y estrategias pedagógicas. No basta brindar información sino también permitir la libertad de pensamiento y el compromiso colectivo.
A este tipo de práctica se le puede señalar como un camino no violento de la subversión. No es un papel pasivo sino por el contrario preparatorio para un futuro proceso de cambio.
Romper con el segregacionismo es un paso fundamental. Iniciar negociaciones colectivas en los centros laborales. Formar sindicatos que permitan combatir la explotación y el abuso. Hacer desaparecer la negociación individual que prima en la contratación de docentes.
Si bien los sindicatos tienen su origen en la intención del capitalismo por legalizar las formas de protesta esta forma de asociación es urgente en la actualidad. Rompiendo el legalismo y las formalidades es urgente la formación de un sindicato de docentes del sector privado. Los que están segregados deben reunirse. Los que no tienen voz deben intercambiar ideas. Los que sólo son números de una fría estadística deben manifestarse como una fuerza creadora que exige respeto y justicia.
En centros de enseñanza privadas esto exige no sólo mejoras salariales o de condiciones de trabajo sino una disminución progresiva de la plusvalía hasta hacerla desaparecer junto con la propiedad privada sobre los medios de producción que son ante todo colectivos pues se sostienen en el trabajo comunitario de obreros.
Esto también se asocia con el desarrollo de una nueva mentalidad en la que el educador pierda el miedo y la resignación de verse absorbido por un sistema aparentemente indestructible. Demanda el desarrollo de una nueva valoración de la práctica educativa. Esto implica también combatir la concepción en la que el burgués es modelo de vida cuando en realidad es enemigo antagónico de clase que se apropia de la riqueza generada por el trabajo del obrero.
Combatir la ignorancia y la pobreza intelectual que domina nuestra sociedad. Establecer nuevos criterios en la selección y exposición de contenidos de acuerdo a las necesidades fundamentales de la población y no de aquellas necesidades que el sistema impone para fortalecer el consumismo. Adecuar la enseñanza al contexto local y cultural sin reproducir patrones foráneos o estándares prefigurados.
Se pueden renovar estrategias pedagógicas que superen al dictado tradicional y que también rompan con lo mediocre en lo cualitativo e inútilmente extenso en lo cuantitativo que las empresas privadas establecen como modelo educativo acorde con su propaganda. El docente no es un facilitador sino un formador de conciencia, no puede partir de estrategias diseñadas en oficinas de empresas, debe construir modelos pedagógicos propios según el objetivo, la población y la región geográfica específica.
Dar el salto hacia el dominio de centro laboral. Los dueños de colegios en las zonas urbanas son empresarios, en los alumnos no ven al ser humano sino al ser económico, ven dinero con brazos, cabeza y uniforme; los directores están condicionados por esa lógica. Existen formas alternativas a la apropiación individual de los colegios. Una cooperativa es una forma que puede servir a los docentes para ser posesionarios y trabajadores de su mismo centro laboral, precisamente romper con la separación entre capital, trabajo y propiedad. ¿Quién mejor que un cuerpo de docentes para dirigir un colegio poniendo en primer lugar objetivos académicos? La apropiación externa del plus valor debe ser anulado y se debe construir una nueva concepción de propiedad.
Sólo un colegio que sea propiedad comunal de los mismos trabajadores (docentes y personal auxiliar) puede asegurar una transformación pequeña pero significativa. Puede ser la oportunidad para la formación de un conglomerado mucho más amplio que un sindicato. El control de los medios de producción y la transformación de las relaciones sociales de producción pueden desarrollarse en formas no violentas pero sí subversivas. Es posible incluso romper con la gran separación entre el trabajo intelectual y el trabajo físico que mecaniza a la clase trabajadora.
El salto ideológico. Es importante notar que son pocos los colegios que ofrecen una formación medianamente aceptable para el alumnado. Por un lado por el contenido y por otro por la orientación. Sumado a ello el salario condiciona no sólo el rendimiento del trabajo sino también el estado de ánimo de la población de docentes y alumnos. El campo de las ciencias sociales es idóneo para desarrollar un ataque sistemático a la historia tradicional, a la cultura actual y a la falsa conciencia que existe de nuestra realidad. Es posible desarrollar una ideología que se oponga a la ideología dominante y la supere. Pero ello implica desarrollar una orientación ideológica a la enseñanza sin disminuir la calidad académica sino exponenciarla a su máximo grado de aplicación práctica.
Es necesario confrontarse y destruir los slogans que las empresas privadas usan como reflejo de su pensamiento y la instrumentalización con la que degenera la educación. Esto desde dentro como fuera de los centros de trabajo demanda del docente un compromiso ideológico. En tiempos en los cuales el concepto de ideología va haciéndose más y más nebuloso es urgente reconstruir una definición clara acorde con nuestro proceso histórico. Es urgente a su vez ideologizar aquellas cosas que se van desideologizando para mantener una cultura de lo frívolo o del consumo masificado.
Es necesario plantear también un deslinde con prácticas dogmáticas que degeneran la subversión en una vulgar panfletarización o culto al líder y la revolución en una aplicación de estrategias ajenas a nuestra formación histórica. Precisamente es necesario deslindar de la influencia maoísta que poco o nada aporta a soluciones y debates en torno a la educación, y que curiosamente también se sostiene en slogans prefigurados y frases románticas atractivas para neófitos pero inconsistentes en el fondo.
Una renovación del mismo marxismo, dejar de convertirlo en religión y romper con el esquematismo torpe que asume la existencia una ciencia proletaria y una ciencia capitalista. Las ciencias sociales no son ideologías, ni toda ideología se sostiene en las ciencias sociales, pero debe esclarecerse bien la relación entre la ideología que se asume y el soporte científico sobre el que se levanta.
De todo lo antedicho es necesario establecer principios de clase, los cuales se develan y se formulan en planes de acción con objetivos concretos como son la eliminación de las mismas clases sociales, la propiedad privada y la oposición ya mencionada entre capital, trabajo y propiedad.
La única esperanza de cambio de transformación es el uso de nuestra conciencia y de la formación de un compromiso que vaya más allá de nuestra propia existencia. El hombre es dueño de sus decisiones y de las consecuencias que acarrean, también es dueño de su silencio y sus miedos. El día en que cada persona pueda romper con sus límites individuales y asumir una responsabilidad de colectivo entonces estaremos ante una revolución en pequeña escala, quizá la escala más dramática y dolorosa que es el cambio del individuo. Y recordando la frase de Freire que “nadie se libera sólo, todos se liberan en comunión” podemos invocar que los cambios del futuro se inicien con los compromisos del ahora.
Bibliografía.
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