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miércoles, 12 de octubre de 2011

Israel – Palestina: El itinerario del infortunio

Por Luis Chávez Lara
Después de la II Guerra Mundial la ONU concedió a los judíos una gran extensión de territorio para que fundasen su propio país: Israel. La diáspora y el holocausto cerraban sus más nefastos capítulos y su tierra prometida al fin era una realidad. Ese mismo año, otra colectividad de raza árabe y de religión musulmana era arrinconada en una de sus fronteras, su nombre, los palestinos, pueblo que no reconoció al nuevo Estado judío, el cual, con el apoyo de EE.UU. extendió sus límites creciendo a ritmos vertiginosos en comparación con sus vecinos musulmanes. Gaza y Cisjordania serían las regiones que habitarían los palestinos desde ese entonces, siempre bajo la sombra de los israelíes a pesar del posterior reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y con Jerusalén en el centro de las disputas. La historia nos ha enseñado una gran lección sobre sí misma, el victorioso reclama su autoría, pero cuando todavía no lo hay, las interpretaciones abundan por sobre la oficialidad que cada bando pregona, el maniqueísmo se hace evidente en los distintos manifiestos, en los discursos de los líderes rivales y entre los integrantes del batallón, cada uno demonizando al otro acusándolo de infame, finalmente defendiendo sus propios intereses. Esto sucede en el Próximo Oriente, bajo las narices de la ONU y de la comunidad internacional, es el tema de conversación en los cócteles diplomáticos y entre internacionalistas escritores de periódicos, campo propicio para que todos desde sus propias esquinas lleven adelante su Yihad. Brindar una cronología histórica del conflicto que nos atañe sería una manifestación de flojera intelectual ya que abundan en la Web, lo que haré es resaltar el carácter maniqueo de este espinoso y septuagenario problema que me parece merecedor de unas líneas de reflexión desde el punto de vista histórico. Haciendo uso del análisis interseccional notaremos que no solo son los palestinos y los israelíes quienes se ven enfrentados, sino que al interior de cada uno de ambos colectivos hay niveles de conflicto y evidentes contradicciones que chocan entre sí en su difícil camino de la paz. Al mismo tiempo existen las condiciones exógenas, el de las relaciones internacionales, en cuyo campo se ven entremezclados elementos económicos, religiosos, geopolíticos y culturales que abonan su cuota a la actual crisis de esta región bañada por el Jordán y en muchas oportunidades por la sangre de los combatientes.
El nacionalismo árabe y el sionismo: Desde la década de 1920 los judíos empezaron a fundar asentamientos en territorio palestino impulsados por un movimiento que reivindicaba a la colectividad judía y abogaba por un Estado propio, el sionismo. Esta colonización radicalizó a un sector de los árabes que antiguamente habitaban estos espacios y entre 1936 y 1939 realizaron una gran cantidad de atentados en contra de los considerados invasores. Se gesta un nacionalismo árabe que se ve enfrentado con el sionismo, ambos con planes nacionales para sus propias culturas en el mismo espacio.
Isaac e Ismael: Los judíos se proclaman descendientes de Isaac y los árabes de Ismael, ambos hijos de Abraham, quien es una de las figuras principales del cristianismo. Los primeros como los segundos apelan a sus textos sagrados y a estas figuras simbólicas de sus respectivas tradiciones para encontrar en las escrituras argumentos que justifiquen su presencia en el territorio en disputa. Esto ha llevado a generar diferencias de índole religiosa que no ayudan a la resolución del conflicto debido al carácter dogmático de los argumentos, por el contrario impulsa a los enfrentados a caer en posiciones irreconciliables cargadas de elementos divinos, discriminatorios y violentos.
La justificación de la diáspora: Históricamente los judíos han sido discriminados principalmente por razones religiosas, racistas y políticas, han sido perseguidos por cristianos y nazis y son víctimas de prejuicios que llegan a extremos inconcebibles. Esta situación produjo que Israel sea considerada por los judíos como un refugio para sí mismos e inviertan millones de dólares en una carrera armamentista de nunca acabar debido a que el país está rodeado de naciones árabes con las que no ha tenido buenas relaciones en el pasado, sin embargo este poderío bélico amenaza la paz en la región y es utilizado para controlar y en ocasiones atacar a los palestinos.
Fatah y Hamas: La precaria situación de Palestina radicalizó a un sector de su población que niega tajantemente el reconocimiento de Israel, el ejemplo más representativo es el grupo Hamas, acusados de terroristas y a los que se les adjudica un significativo número de muertos, sin embargo esto no evitó que tomaran el camino de las urnas para legitimar su actuar ganando las elecciones en la Franja de Gaza y ser en la actualidad los principales opositores del grupo que gobierna la ANP, el Fatah, cuyo líder Mahmoud Abbas, en un acto que muchos consideran histórico, solicitó al Consejo de Seguridad de la ONU la inclusión de Palestina como su Estado miembro N° 194, esto hace unos días.
La toma de Cisjordania y la batalla por Jerusalén: Las circunstancias obligan, tanto a Netanyahu, primer ministro israelí, como a Abbas a sentarse en la mesa de negociaciones, sin embargo esto no es posible si Israel continúa alentando la colonización judía de territorios árabes en Cisjordania y construyendo un muro que penetra en la jurisdicción palestina y que tiene por objetivo final la judaización del oriente de Jerusalén. Pero el problema es más complejo que sentar a los líderes rivales a tomar el té. Los reclamos palestinos incluyen la declaración de Jerusalén como la capital de su ansiado Estado, un emblemático pedido que los expertos ven muy difícil de conseguir ya que esta ciudad es sagrada para los judíos y que partiendo de las evidencias, no están dispuestos a entregar a los partidarios de Mahoma.
Los DD.HH. y el entrampamiento diplomático: Otro grave problema es la sistemática violación a los derechos humanos que Israel ha perpetrado en territorio palestino, es por ello que de lograr su objetivo, estos podrían denunciar a los líderes israelíes ante la Corte Internacional de la Haya. Lo mismo podrían hacer los israelíes con los grupos islamistas radicales considerados agrupaciones terroristas y enviar a un grueso número de ellos al banquillo de los acusados y a un encierro perpetuo, una situación que enfrenta a los diplomáticos y a los grupos políticos tanto en una como en otra jurisdicción, agudizando las contradicciones internas en Israel como en Palestina.
La posición internacional y la larga duración: Palestina tiene un asiento reservado en la ONU pero no es considerado un Estado ya que no cumple con todos los requisitos para serlo, sin embargo cada vez más países lo reconocen como tal y los analistas dicen que terminará siéndolo con el pasar de los años. Los países son una invención del hombre, son territorios que finalmente fueron separados por convención y muchos de ellos nacieron por separatismos o reivindicaciones nacionalistas, así que si vemos el asunto israelí – palestino desde una perspectiva más amplia concluiremos que es la lucha de una colectividad por su legítimo derecho a aspirar por un Estado propio, más aún cuando en su conjunto forman una nación en medio de dos mundos que se distinguen por vivir uno al Occidente y el otro al Oriente del mundo desde nuestra perspectiva y cuya población, como muchas a lo largo de la historia, es la víctima al igual que los judíos que sufren las consecuencias de los vaivenes de la política y de la guerra.
Las posiciones maximalistas han evitado llegar a un entendimiento a pesar de que ambos se reconocieron mutuamente a partir del Tratado de Oslo y la solución bilateral sigue siendo la opción propuesta por algunos países, sin embargo los líderes mundiales y los organismos internacionales deben evitar otra Intifada así como las incursiones israelíes en territorio palestino, brindar las herramientas para que los enfrentados encuentren la solución definitiva a este conflicto que no es exclusivamente religioso, esto no es una pelea entre el Corán y la Torah ni entre Alá y Yahvé, sino un asunto por demás geopolítico que involucra a Europa y a las potencias en general de Occidente y Oriente, a la Liga Árabe y a las distintas facciones internas en ambas partes.

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