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viernes, 31 de enero de 2014

Avatares de la muerte Awajún

Por Francoise Cavalié Apac
Magister en Derecho Constitucional

Para los Indígenas Awajún, la muerte de un ser querido (familiar, amigo o mascota) es sinónimo de tristeza, de una tristeza tal que desborda el alma y golpea el cuerpo, y es expresada en gritos y llantos desgarradores. En muchas ocasiones, esta tristeza es causante de suicidios en cadena, y de hecho, los varones siempre controlan el dolor de las mujeres en estas circunstancias.

Cuando alguien muere, su WAKAN (“Alma”, es la misma persona duplicada, su sombra, en una nueva condición. También las plantas y animales tienen ese “doble”) abandona el cuerpo, SUKÚJI. El corazón, ANENTÁI, es el centro vital, donde se produce el conocimiento y el sentimiento; cuando un Awajún muere, esta vitalidad se escapa por la pupila, IWAJI, y el WAKAN toma el nombre de IWANCH y puede continuar una vida similar a la anterior, en un mundo semejante al de los vivos. Cuentan, también que cuando el WAKAN de un pariente se aparece puede estar anunciando muerte.

Además, el IWANCH puede ser muy malcriado y asustar a los vivos. Este tipo de IWANCH (el IWANCH DEKAS) es en realidad otra “nueva” vida que dura lo que la primera y culmina con la asunción al cielo (NAYAIM, lo azul, YUJAGKIM, las nubes), a veces puede ser en forma de mariposa. También existe otro tipo de presentación negativa del alma, denominada PASÚN, un IWANCH malévolo y salvaje.

Algunos relatos señalan que el WAKAN de quienes han vivido bien se convierte en AJUTAP, un ancestro que se aparece como visión y que trasmite, a los vivos, un poder que les permite superar los avatares de la vida y afrontarlos sin miedo a la muerte. Otro WAKAN es el EBÉSAK que encarna al hombre que ha sido objeto de una muerte violenta, cuyo fin es hacer justicia o venganza.

Por otra parte, la entrada al mundo de los muertos es controlada por SÁGKUCH (también significa masato preparado con yuca asada), hay uno para las mujeres y otro para los hombres. Es una especie de guardián(a) o portero(a), quien da inicio al tránsito hacia la muerte con un acto sexual provisto con un órgano (masculino o femenino, según el caso) descomunal (las jóvenes, al morir, se bañan a la puerta del otro mundo con el fin de entrar aseadas: el gotear de su cabello recién bañado es percibido por sus familiares en forma de garúa que les indica que ya llegó. Esta narración, de conocimiento general, fue mal recibida por la Iglesia).


Finalmente, en el caso de las suicidas, cuando mueren ahorcada, su IWANCH se convierte en zorro, arrastrando penosamente una muy larga lengua, o se convierten en raíz del barbasco (grupo de plantas trepadoras, con hojas en forma de corazón) cuando mueren envenenadas. Cuando alguien muere por culpa de otro, es necesario recuperar el equilibrio, normalmente mediante una actuación contra el culpable o sus familiares. En los últimos tiempos esta “recuperación” puede ser simbólica pero siempre existe la posibilidad de un homicidio compensatorio. El concepto que se aplica para esta recuperación del equilibrio entre grupos familiares se denomina ETSAGTUMAMU, que significa consuelo (es muy diferente al IÍKAT, que refiere venganza). Es posible que la reparación reclamada por los parientes de la suicida al supuesto “culpable” sea una expresión de esta necesidad de consuelo para poder vivir tranquilo tras un hecho fatal como lo es el suicidio.

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