Por Luis Chávez Lara
Egresado de Historia de la UNMSM
Por lo general el mercado cinematográfico norteamericano nos vende películas que denotan un alto grado de superficialidad existencial, son las llamadas Blockbuster diseñadas para un público numeroso, deseoso de acción, de reír a carcajadas o con ganas de ver cómo se destruye el mundo en alguna apocalíptica escena. Casi siempre generan millones de dólares en ganancias y son las que aparecen en las listas de las más vistas a nivel mundial. En general no atraen mucho mi atención, pero hay algunas que han despertado mi interés, entre ellas “El precio del mañana” en la que actúan Justin Timberlake y Olivia Wilde como protagonistas y Johnny Galecki, Shyloh Oostwald, Will Harris y Colin McGurk como secundarios. En esta interesante película se describe un escenario en el que los ciudadanos deben trabajar para comprar tiempo con el fin de mantenerse con vida. En uno de sus brazos corre un reloj bioluminiscente que se activa en retroceso a los 25 años de edad, fecha en que su envejecimiento se detiene gracias a los avances de la biotecnología y de la genética. Este reloj que también funge de scanner cumple varias funciones, entre ellas las de pagar las cuentas, el transporte público, la comida, incluso las diversiones a cambio de minutos, horas, días, meses o años. Toda acción implica restar tiempo de vida a los ciudadanos, lo que los obliga a trabajar horas extras para no sucumbir y vivir en la utopía de la eternidad durante el mayor tiempo posible. Los ciudadanos que se encuentran en “zonas horarias” elitistas tienen relojes que suman miles de años, es decir, son inmortales, en cambio los de los suburbios deben “vivir el día a día”, prestándose tiempo entre ellos, retándose a duelo o asesinando para robárselo a algún desafortunado. En mi opinión he sido testigo, a través de la pantalla, de la materialización de una conocida frase: el tiempo es dinero.
La película comienza intempestivamente, nunca se habla de cronologías, es decir, no se sabe en qué año suceden los hechos, lo que se presta para múltiples interpretaciones, de todas las que se me vienen a la cabeza rescato una, el director, Andrew Niccol, no ubica su relato en nuestro tiempo contabilizado en antes o después de Cristo porque si bien la historia gira en torno al tiempo la trama es atemporal, pudiendo ser una crítica al consumismo o a la excesiva necesidad de dinero propios de la sociedad postmoderna actual, como también un nefasto futuro imaginado donde la existencia de los seres humanos pobres gira en torno a mantenerse con vida día tras día mientras los ricos gozan de inmortalidad y gastan miles de años en apuestas y suntuosas fiestas gracias al indiscriminado mal uso de la ingeniería genética. Los encargados de resguardar el sistema social impuesto por la dictadura de los que monopolizan la comercialización del tiempo son los “Guardianes del Tiempo”, una especie de policía que vela por su correcta administración, pero obviamente no es bien administrado ya que se presenta una contradicción, para que unos puedan vivir eternamente otros deben morir ya que el planeta no soportaría a tantos millones de seres humanos vivos, es por eso que periódicamente alzan el costo de vida, disminuyen los salarios (que se pagan con tiempo), cobran más minutos de vida por un pasaje de autobús de unas cuantas cuadras, etc., con lo que se producen desesperadas muertes en las calles donde los moribundos, aún en sus plenas facultades, miran horrorizados como se terminan sus segundos que corren, irremediablemente, hasta llegar a cero.
En esta distopía se respira una atmósfera de eterna continuidad, como si la rutina producto de vivir cientos de años los hiciera todos iguales, es por eso que hay quienes renuncian a la vida después de vivir cientos y otros, los inevitables revolucionarios, que consideran injusto que solo una parte de la población goce de miles de años de existencia, papeles que encarnan los dos protagonistas mencionados al inicio. Estos se levantan contra el inmoral status quo y realizan una serie de asaltos a los bancos donde se deposita el preciado tiempo, pero no lo hacen para enriquecerse sino para regalarlo a los más necesitados con lo que podrían ocasionar la caída del sistema establecido, ya que las deserciones laborales y el rompimiento de las fronteras físicas entre los ricos (poseedores de miles y en un caso particular millones de años) y pobres desaparecían al democratizar su repartimiento. Obviamente ambos son considerados criminales y se ofrece una recompensa de diez años a quién diera alguna pista de sus paraderos. “Nadie debería vivir eternamente si alguien debe morir para ello” es el mensaje que hace eco en la voz del ex cantante de N’Sync, con lo que quiere denunciar la injusticia institucionalizada por el desigual reparto del tiempo entre la población. Una frase a mi entender con un profundo sentido humanista y que nos sitúa en nuestro presente con sus irreconciliables diferencias sociales, donde un tercio de la población mundial que posee más riqueza consume alrededor del 80% de lo que se produce en la Tierra, dejando el restante para los países del tercer mundo que sufren de hambrunas, enfermedades, violencia y guerras, entre una serie de males que diariamente vemos en los noticieros.
Esta es una fase metafórica del capitalismo que nunca quisiera y sé que no llegaré a vivir, el que es denominado en la película como Capitalismo Darwiniano, donde el superviviente, es decir, el más apto, se mide por la cantidad de tiempo que posee y para lo que solicito volver unas líneas atrás donde apelé a una vieja expresión, el tiempo es dinero. Pues bien, este film no es más que una analogía del presente y una advertencia para el futuro, es una crítica de 110 minutos de los tiempos en que vivimos, tiempos en que priman la desigualdad y las diferencias sociales debido a la perversa repartición de la riqueza, tiempos en que la mayor parte de la población mundial “vive el día a día” solo para sobrevivir, espero no haber sido el único que entendió su mensaje ni mucho menos el único que quiso reconocerlo.
La evolución nos ha hecho seres racionales, no actuemos como si no los fuéramos.
Exelente mensaje! muy buena analogía que muestra esa pelicula esperemos que muchos comprendan el mensaje y apreciar el día día que vivimos.
ResponderEliminarQe orgullosa toy de mi hermano!! =D
ResponderEliminarMe encanto la película y me hizo reflexionar sobre muchas cosas. Muy buen mensaje felicidades!!
ResponderEliminartienes mucha razon el el ambito de que la vida hay que vivirla de manera unica y gozarla al 100
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