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viernes, 14 de octubre de 2011

“No es herencia de nuestros antepasados; es préstamo de nuestros descendientes”

Por Erick Fabian

"La tierra no es herencia de nuestros antepasados;
es préstamo de nuestros descendientes."
Miguel de Unamuno.

¿Crisis ambiental? Termino que en estos últimos años se ha ido volviendo más utilizado no solo entre los científicos, sino en por toda la población mundial. Los cambios drásticos en el clima mundial que en esta última década se han venido observando y han empezado a hacer eco en la conciencia de muchos seres humanos. Sin embargo, si deseamos abordar este tema es preciso acercarnos, aunque sea de manera general, a los posibles orígenes históricos de esta crisis ambiental que para algunos, como bien señala Albert Gore, es “una verdad incómoda”.

I. Contexto histórico y el papel de las políticas internacionales.

El primer hecho histórico que, en este sentido, merece nuestra atención es sin lugar a duda la denominada Revolución Industrial. La cual se sitúa a mediados del siglo XVIII.  El escenario principal de la misma fue, a saber: Inglaterra.

La historia de las naciones dio un vuelco extraordinario a partir de los cambios introducidos por la Revolución Industrial. Una de las consecuencias de la misma fue un proceso que pasó desapercibido hasta hace unas décadas: El masivo consumo de recursos naturales. Asimismo, la necesidad de utilizar combustibles fósiles para que funcionen las calderas de aquel momento fue posiblemente el punto álgido del nacimiento de la crisis que hoy sufrimos[1].

Del mismo modo, el avance tecnológico y científico  en los diversos ámbitos del saber humano ha contribuido al desarrollo de la sociedad humana; pero al mismo tiempo ha destruido mucho el habitad en el cual el co-existimos todas las especies.  Por lo tanto, es valido afirmar que dicho “éxito” que se observa en el campo de la tecnología no ha ido a la par con el cultivo de los valores éticos y morales que tanto se necesitan hoy en día para superar esta crisis.

Pero no solo el avance científico es el culpable de nuestra crisis actual, es también, parte de ello el propio hombre. Ya que, este al no controlar sus propias ansias de dominio sobre la naturaleza y al haber perdido esa sensibilidad que lo conectaba (de forma no solo racional sino también emocional) con su medio, con la tierra, ha permitido que este deterioro del medio ambiente llegue a niveles muy preocupantes en la actualidad. Es necesario, por lo tanto, equilibrar la faz egoísta del hombre con su cara más humana y solidaria.

Sin embargo, no podemos señalar que todo haya sido tan negativo en estas últimas décadas. También es preciso reconocer que la sociedad mundial ha comenzado a  tomar conciencia de la situación medioambiental. Podemos sustentar esta afirmación en la cantidad de reuniones mundiales y conferencias en diferentes lugares de la Tierra para lograr un acuerdo entre las Naciones para evitar la degradación de nuestro hogar.

Una de las últimas reuniones internacionales fue la realizada en junio de 1992. Fecha en la cual se llevo a cabo en Río de Janeiro, Brasil la Conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo,  también llamada Cumbre de la Tierra. Teniendo como resultado final la elaboración y ratificación de tres documentos concluyentes al respecto: la Declaración de Río sobre medio ambiente y desarrollo, una afirmación de Principios sobre bosques y la llamada Agenda 21.

Ésta última recomienda la creación de una Comisión para el desarrollo sustentable y otros mecanismos de coordinación en la ONU[2]. Pero lamentablemente estas grandes reuniones internacionales no han tenido el impacto suficiente para adoptar medidas a nivel internacional que guíen el desarrollo de la sociedad bajo políticas responsables y éticas.


II. ¿Y las nuevas generaciones?: Responsabilidad del Hombre frente a la creación.

“… la tierra no pertenece al hombre, sino el hombre a la tierra.”
Gran Jefe Seatlle, 1854 

La crisis ecológica que a traviesa todo nuestro planeta es un hecho factible y verificable en la experiencia del día a día: Los cambios bruscos de temperatura, los fenómenos atmosféricos, la contaminación ambiental, etc. ¿Qué podemos hacer frente a todo esto?, es una de las preguntas que día a día más hombres se van haciendo. Y efectivamente es una pregunta por el que hacemos, ya que este problema no es solo de un dividuo, sino de todos los que habitamos este planeta.

Trataremos de dar respuestas a esta primera pregunta planteada desde tres entradas, las cuales apelan al sentido de responsabilidad que el hombre debe asumir frente a toda la creación de la cual forma parte. Dichas entradas son: la ética, la religión y la educación.

Hablar de responsabilidad ética en un mundo contemporáneo tan imbuido por el capitalismo y el individualismo es algo muchas veces no tan sencillo. No obstante, la crisis ambiental al ser un problema colectivo de toda la sociedad humana nos obliga a pensar en la necesidad de establecer, no solo, normas legales, que traten de dar solución a este grave problema; sino también, que consideremos como necesario el establecimiento de una ética común a la propia naturaleza del hombre. Una ética entendida como acciones cotidianas que realizamos a lo largo de nuestro día a día, y que nos vincula no solo entre aquellos otros hombres, sino también con todo que nos rodea: plantas, animales, rocas… la naturaleza en su totalidad.

Solo de este modo podremos comprender aquello que el Jefe Seatlle sabiamente señalo en su carta de respuesta al presidente de los EE.UU., cuando este último le ofreció comprar sus tierras: “Todas las cosas están relacionadas entre sí. Lo que afecte a la Madre Tierra, afectará también a todos sus los hijos”. Entender esta inter-relación existente entre la naturaleza y todos los seres que co-existimos en ella es parte de asumir una responsabilidad ética frente a nosotros mismos y también con el resto de la creación de la cual formamos parte.

En estas últimas décadas, donde al parecer la valoración por lo religioso ha decaído bastante, se hace preciso hablar no solo de una relación con aquellos “otros” inmediatos que nos rodean, sino también del vinculo que nos une con aquel “gran Otro” que trasciende lo humano. Es, en este sentido, necesario hablar de aquello divino que podemos hallar en la naturaleza. Ello implica, desde una perspectiva cristiana, hablar del Dios creador.

Sin embargo, consideramos que muchas veces olvidamos que para hablar del reconocimiento del “otro”, es preciso antes haber desarrollado la capacidad de preguntarse por ¿quién soy yo?; por tanto de tratar de responder a ella. Sin esto previamente, no se puede entender la idea de que podamos hablar de reconocer a los demás y a todo el resto de la creación con los cuales nos relacionamos siempre.

Lograr dicho auto-reconocimiento nos abre esa puerta para entender lo que trasciende al hombre. Dios, para los cristianos, será entendido de este modo en relación estrecha con su creación. Ya que, no podemos hablar de un respeto hacia lo divino sino apreciamos en cada una de las cosas y seres creados una manifestación directa del amor del creador. Comprendiendo todo ello podremos apostar por la posibilidad de trabajar en conjunto toda la sociedad humana para crear políticas de desarrollo sostenible que fomenten el respecto al medio ambiente y la interacción, entendida como convivencia, responsable con toda la creación, y por ende también con el Creador.

Finalmente, es también prudente ver como lo religioso no solo puede ser entendido desde una óptica cristiana. El papel que juega lo divino, va más allá de una determinada religión. Un claro y hermoso ejemplo de la importancia de encontrar esa conexión entre el hombre y la tierra (el medio ambiente, la naturaleza, etc.) es tal vez el que encontramos en las palabras del Gran Jefe indio Seatlle: “Pues aunque somos salvajes sabemos una cosa: nuestro Dios es vuestro Dios. Esta tierra le es sagrada. Incluso el hombre blanco no puede eludir este destino común. Quizás incluso seamos hermanos. ¡Quién sabe!”

Estas palabras son pues el reflejo de los vínculos que desde las culturas ancestrales (los antiguos peruanos y su culto –respeto y amor- hacia la “pachamama” son otro claro ejemplo) se logro entender. Pero que, lamentablemente, con el paso del tiempo se han ido olvidando: “Esta tierra les es preciosa, y dañar la tierra significa despreciar a su Creador”. Por todo ello, se puede afirmar que se hace preciso el retomar esa dimensión religiosa propia de todo ser humano y que le otorga un nuevo sentido a su existencia y a su relación con el resto de la creación.
           
¿Y la educación que papel podría tener en este tema? Pregunta que muchas veces pasa desapercibida; ya que se observa que surgen voces de alerta, instituciones que se forman, proyectos que se elaborar para tratar de contrarrestar esta crisis ambiental. Sin embargo, no se toma en cuenta la gran importancia que tiene el formar una conciencia del cuidado del medio ambiente desde las escuelas.
           
Efectivamente, el papel que puede jugar la educación en esta apuesta por revertir la crisis ecológica es muy grande. No tal vez, aportando medidas concretas que disminuyan el CO2 inmediatamente, pero si aportando en la formación de nuevas formas de relacionarnos con la naturaleza.

            El enfoque social que se desarrolla en la escuela, muchas veces  se ve solo desde lado humano; es decir: se forman individuos que responden a un orden social pre-establecido, donde el mercado y la economía tienen, prácticamente el poder absoluto. Olvidando de este modo el contexto natural en el que el hombre subsiste. De ahí que se vea la necesidad de hablar de una eco-educación. Es decir, plantear un enfoque educativo que integre las relaciones humanas a un espectro más grande que es la relación con todo lo existente en nuestro planeta.

            En muchos países europeos, España es un buen ejemplo de ello, ya se plantea bajo estos términos ecológicos la educación. Sin embargo, no basta hablar de una relación entre hombre y naturaleza; también es necesario promover, desde las aulas, una conciencia de que esta relación, que el Papá Benedicto XVI denominó como “ecología de la paz” (integración de la ecología humana y la ecología natural), este sustentada en principios éticos de respeto y solidaridad.

            Desde este plano educativo, podemos lograr también integrar en la conciencia ecológica de los alumnos y alumnos, que luego formaran a ser parte de la sociedad civil, un sentimiento de amor por nuestro planeta. Lo que implica a su vez un trabajo colaborativo entre todos, si claro esta, deseamos contrarestar el alto grado de degradación ambiental que apreciamos en la actualidad. De esta forma, podremos lograra articular de manera eficiente un trabajo responsable entre la sociedad civil, las empresas y el estado en pro de un verdadero cuidado del medio ambiente.


III. Conclusiones: ¿Qué mundo queremos construir?

“Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado
a nuestros hijos: la tierra es nuestra madre.”
Gran Jefe Seatlle, 1854 

            Finalmente, a como síntesis y conclusión, creemos que la crisis medio-ambiental que la humanidad ya aprecia, y que en unos años se apreciará de manera más drástica, nos debe llevar a reflexionar acerca de una pregunta fundamental: ¿Qué mundo queremos construir? 

            Es necesario tomarnos nuestro tiempo para tratar de responder a esta; pero cuidado que demoremos demasiado. Ya que, tal vez cuando queramos empezar a construir ese mundo de armonía y paz que todo hombre anhela, nos encontremos con una triste, pero posible, realidad: que la tierra haya desaparecido. Y si esto ocurre, nosotros y todos los seres vivientes que co-existimos también habremos desaparecido.  Por tanto, es momento pensar… pero también de actuar.


Bibliografía:

Carta del Gran Jefe Seatlle
Visitado: 01/10/11

Chauvin, Lucien O.
Educación para el Futuro: Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en el Perú.

Eco-escuelas
Visitado: 01/10/11

Papa Benedicto XVI
Mensaje del Papa Benedicto XVI
Para la jornada Mundial de la Paz 2007
En: Páginas. Nº 2003. Febrero, 2007

Solé, J. Germán
Cambio climático. Causas y perspectiva de futuro.
En. Razón y fe. T. 255. Nº 1304, Junio 2007

Uriarte, Antón
Cambio Climático. ¿Un asunto exagerado?
En. Razón y fe. T. 255. Nº 1304, Junio 2007

Weiler, Birgit.
ECOLOGÍA (Nuestra responsabilidad por el cuidado de la creación)
Editorial: UARM. 2004


[1] Es preciso señalar que cuando nos referimos a la Revolución Industrial como punto de origen, no nos referimos como el inicio primigenio de la alteración en el medio ambiente; ya que esta probable a que se empezaron a  alcanzar  nivel de contaminación que hicieron acelerar de manera drástica esta crisis ambiental que hoy en día apreciamos.
[2] Sin embargo, el resultado de la Cumbre de la Tierra no cumplió con las expectativas de los expertos para el saneamiento del medio ambiente. La Agenda 21, por ejemplo, resulta en algunos casos contradictoria entre sus diferentes planteamientos. En el punto 12, por citar un ejemplo, establece que las políticas medio ambientales no deben ser escusa para limitar el desarrollo comercial internacional. De este modo, marca como prioridad claramente el crecimiento del mercado sobre el de la protección de la naturaleza.

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